jueves, 29 de septiembre de 2011

OPORTUNIDAD DE RENOVARSE




¿ES UN ACTIVO O UN PASIVO?  ¿ES UNA INVERSIÓN O UN GASTO? 
LA MICROPIPETA AUTOMÁTICA
Muchos años transcurrieron desde la aparición de las micropipetas automáticas durante los cuales pasaron por un sinnúmero de transformaciones: nuevos modelos y desarrollos, mejoras ergonómicas, y hasta modelos para dispensar volúmenes mínimos que transformaron nuestra forma de trabajo dentro del laboratorio, pues con ellas se ha podido trabajar en forma eficiente, precisa y segura con volúmenes que podríamos calificar de extremadamente bajos.

Las micropipetas automáticas aportaron más practicidad y bioseguridad. También aportaron mayor velocidad para dispensar muestras y reactivos con excelente precisión y sin posibilidad de contaminación, y en las técnicas donde el tiempo operativo es crítico, como en las reacciones enzimáticas e inmunoanalíticas que, la mayoría de estas técnicas fueron automatizadas en la década de 1980.
Demás está decir sobre la practicidad, la precisión y la seguridad que aportó la micropipeta automática al desarrollo de las técnicas inmunoanalíticas, que se acrecentó mucho más con el desarrollo de las técnicas de PCR. También se mejoró la calidad de los materiales utilizados en su fabricación y, muchos modelos tienen la posibilidad de ser autoclavables.

A fines de la década de 1970, tomamos mayor conciencia sobre las enfermedades a las que los profesionales del laboratorio podíamos estar expuestos en la manipulación de fluidos biológicos, también sobre la importancia de evitar que los ensayos se contaminasen con residuos extraños, así como el incremento del número de muestras para procesar y, por sobre todo, la tendencia de tener un estricto control sobre la calidad de los ensayos con pequeños volúmenes de muestra en cada uno. Esas fueron las razones por las cuales los equipos automáticos y la utilización generalizada de micropipetas provocaron un cambio fundamental en las prácticas de laboratorio.
Además, con el nacimiento del radioinmunoanálisis a fines de la década de 1950 con técnicas isotópicas y, posteriormente, con las técnicas no isotópicas a fines de la década de 1970, surgió la necesidad de dispensar reactivos peligrosos o tóxicos –como las soluciones radiactivas en el caso de las isotópicas (RIA e IRMA)– de acuerdo con las normas básicas de radioprotección, y también las no isotópicas (EIA y ELISA) para manipular reactivos altamente cancerígenos, hicieron que el uso de la micropipeta automática se transformara en una necesidad imprescindible.

No se puede obviar la necesidad de una alta precisión requerida para dispensar las muestras, los calibradores y los controles de calidad, donde su volumen contiene las masas que entran en juego en la inmunorreacción primaria de todos los inmunoanálisis.
Podemos mencionar, a modo de ejemplo, que en un ensayo de estradiol por alguna de las técnicas inmunoanalíticas manuales, el cálculo de la concentración en una muestra biológica dependerá de la interpolación en una curva de calibración comprendida –en unidades de concentración- entre menos y más, un orden de magnitud de la constante de disociación (Kd) del anticuerpo involucrado en el ensayo. Los volúmenes utilizados de calibradores, muestras y controles en un ensayo manual de estradiol son constantes y pueden oscilar entre 25 y 100 mL.; según sea el desarrollo y la optimización del sistema inmunoanalítico de una empresa productora de reactivos, el rango de masas de estradiol en los calibradores estarán comprendidos entre 2 y 200 picogramos contenidos en esos volúmenes.
Es sabido que existe una gran diversidad de marcas, modelos, procedencias y precios de las micropipetas que actualmente se ofrecen en nuestro mercado y en el mundo. También es sabido –los que hemos pasado muchos años utilizándolas– de las predilecciones que tiene cada profesional por una marca comercial o un modelo determinado; es probable que haya sido por las diferencias existentes que había entre ellas hace más de cuatro décadas. Hoy podemos afirmar que hay muchas marcas de micropipetas de alta calidad.

Volumen fijo versus volumen variable
Como he mencionado, la utilización de las micropipetas se generalizó de tal forma que es un activo del laboratorio clínico, bromatológico, farmacéutico, industrial, etcétera, pero no lo suficiente como para cubrir la totalidad de las normas de bioseguridad y radioprotección, entre otras, ya que aún se la considera un producto de lujo.
¿Cuál es la razón por la que aún no se utilizan las micropipetas y los dispensadores en forma masiva?
A pesar de que para muchos profesionales las micropipetas no son consideradas como una inversión o un activo más que un gasto o un pasivo, la principal razón es su costo.
Para ello nos planteamos los siguientes interrogantes y sus respuestas:
¿Las micropipetas deberían ser consideradas un producto de lujo de vida eterna como un bien de familia o un producto necesario, con un correcto funcionamiento y con una vida útil determinada?
Desde hace ya mucho tiempo, las micropipetas deberían ser consideradas como una inversión más dentro de todos los elementos del laboratorio: ese elemento deberá tener una aplicación o dedicación determinada, una para cada una, que cumpla las principales funciones de poder dispensar volúmenes con precisión y brindar seguridad, pero al día de hoy, lamentablemente su costo hace que aún sea considerada un elemento de lujo.
¿Cuidamos las micropipetas como corresponde? ¿Ejercemos el correcto uso de las mismas?
En primer lugar, debemos evitar los golpes y las caídas, limpiarlas correctamente sin usar agentes químicos agresivos que las deterioren y, además mantenerlas en posición vertical. Generalmente los ensayos manuales del laboratorio, tanto químicos, enzimáticos e inmunoanalíticos, para citar algunos, son más del 90% de las técnicas manuales que requieren el uso de micropipetas. Casi todos están producidos y desarrollados de tal forma que, para los volúmenes requeridos, existen micropipetas manuales de volúmenes fijos.
Existen técnicas que para obtener una mejor precisión, sensibilidad u otros beneficios o variantes que demande el profesional, haya que forzar o ajustar una reacción y, en consecuencia, utilizar volúmenes que no son los indicados por el fabricante de los reactivos, entonces, se requiere el uso de la micropipeta automática de volumen variable para dejarlas en los volúmenes correspondientes como si fuese micropipetas de volumen fijo.
También en el desarrollo de una nueva técnica o protocolo, previo a su ajuste final, podremos requerir volúmenes no convencionales.

Al comprar una micropipeta, ¿sabemos el destino y la utilización correcta?
Siguiendo con el análisis anterior lamentablemente no se logra satisfacer la necesidad de tener la mínima dispersión de los volúmenes dispensados, ya que existe una inclinación por la adquisición de micropipetas automáticas de volúmenes variables, simplemente porque pensamos que con la compra de al menos tres micropipetas de volumen variable podríamos cubrir casi el 100% de los volúmenes requeridos de todos los ensayos manuales de nuestro laboratorio.
Independientemente de la marca, el modelo, el diseño y el precio de la micropipeta automática que se adquiere, ¿podemos predecir el tiempo que funcionará correctamente acorde con nuestras necesidades y con el objetivo para el que fue concebida o diseñada?

Por supuesto que es producto de la inversión que se realizará al momento de comprar tres micropipetas de volumen variable en vez de comprar ocho o nueve micropipetas automáticas de volúmenes fijos.
Lo que realmente desconocemos es el desgaste que sufre una micropipetas de volumen variable cuando permanentemente, y a diario, cambiamos los volúmenes que utilizamos y, además, el consiguiente costo que demandan los repuestos y el servicio técnico para eventuales ajustes, siempre y cuando podamos lograrlo.
En la mayoría de los casos, podríamos obtener un ajuste del volumen deseado, pero es muy difícil lograr la precisión para diferentes volúmenes establecidos originariamente por el fabricante.
Si necesitamos dispensar una determinada masa de analito y acorde con la concentración molar de la solución, deberemos medir un determinado volumen, y para ello es imprescindible disponer de micropipetas automáticas de volúmenes variables.

También es el caso de la utilización de micropipetas de múltiples canales, pero no existen micropipetas multicanales automáticas de volumen fijo, pero como se utilizan en uno o dos volúmenes determinados, no sufren un mayor desgaste debido a que no hay una excesiva manipulación.
¿Sabemos que es más importante la reproducibilidad del volumen dispensado que la exactitud del volumen prefijado?
En este caso podemos hablar de gasto y no de inversión en un activo, ya que estamos sacrificando la calidad del ensayo, independientemente de cuán buena sea la calidad del reactivo, la experiencia o la idoneidad del operador y la calidad del instrumento de medición. Es muy importante tener en cuenta que el CV%2 total o global de un ensayo determinado resulta de la sumatoria de todos los CV%2 de cada componente que participa en un ensayo determinado.

Con la excepción de dispensar volúmenes para efectuar diluciones, es mucho más importante tener una excelente precisión en el dispensado de un determinado volumen que si se dispensa 95 ó 105 mL con una micropipeta automática de 100 mL de volumen fijo, ya que en todas las técnicas mencionadas, las concentraciones de las muestras son referenciales a una curva de calibración y posterior validación con controles de calidad de concentraciones conocidas, cuyos volúmenes fueron dispensados con la misma micropipeta.

Conclusiones
La utilización de micropipetas de volumen fijo nos permitirá tener un mayor control dentro y entre ensayos.
Las micropipetas automáticas sufrirán menor desgaste mecánico en su uso diario si no se hacen cambios permanentes de volúmenes.
Nos permitirán tener la disponibilidad de trabajar en otros ensayos si una de ellas sufre un problema y, así, no depender de una misma micropipeta para tres o cuatro ensayos en los que se requiera dispensar volúmenes diferentes.
Distintos operadores podrán desarrollar ensayos diferentes sin depender de la misma micropipeta.
Con la mejor relación de calidad y precio, se podrá disponer de entre tres o cuatro micropipetas automáticas de volumen fijo al precio de una micropipeta de volumen variable de la misma calidad.
La reposición y la adquisición de las micropipetas estará acorde con las necesidades particulares de cada laboratorio y así, dejará de ser un artículo de lujo para transformarse en una herramienta imprescindible que debiera tener todo laboratorio que se precie por su eficiencia y calidad.

Autor: Dr. Eduardo E. Castellani
fuente: http://www.tideca.net

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